Pro y Contra de vivir en la
ciudad y en el campo
Reflexión de: Josías David Benítez Salinas
Al hablar sobre las conveniencias de vivir en zonas rurales o urbanas nos encontramos con varias ventajas que caracterizan a cada una. Es por ello, que ambas conllevan experiencias únicas, adaptadas a las situaciones y momentos vividos.
A priori puede parecer que vivir en zonas urbanas traería mayores beneficios, debido a que las grandes urbes ofrecen mayores oportunidades para el progreso en cualquier dimensión de la vida personal, familiar o profesional en contraste con lo que la vida del campo ofrece. No obstante, si se analiza detenidamente la situación parecería no tan ventajosa; pues existen problemas como la contaminación atmosférica, la polución sonora, escaso suministro de agua potable, embotellamientos, hacinamiento, delincuencia, inseguridad social, etc. que aparecen en menor escala en las zonas rurales, esto es, porque aún se puede respirar aire puro, disfrutar de la naturaleza, del trinar de los pájaros, la paz y la tranquilidad que beneficia la salud física y mental de las personas.
Tales situaciones podrían poner en una encrucijada la decisión de una persona al momento de optar por residir en zonas rurales o urbanas; pues las ventajas y desventajas entre una y otra son bastantes significativas. Todo dependerá de los objetivos particulares que cada uno se propone y la que mejor se adecue a su realidad; es
decir, dependerá de los aspectos y factores personales o profesionales de mayor relevancia en la vida de cada uno.
En este sentido, la decisión final es siempre personal y al optar por cualquiera de las dos se asumen las consecuencias y se disfrutan de las ventajas que cada una trae consigo. Cuando se plantea vivir en el campo o en la ciudad, siempre surge la lista de pro y
contra de una y de otra, y lo cierto es que el beneficio de una, se convierte
en el inconveniente de la otra. Son dos espacios muy diferentes y cada una aporta formas de vida totalmente distinta. Por eso, esta decisión va a
depender del tipo de vida que uno quiere llevar y
que le haría feliz.
En conclusión, vivir en el campo o
en la ciudad dependerá de cada uno, sin olvidar que también se puede alternar ambos sitios. Es por ello que puedes reflexionar en lo siguiente: ¿Podría vivir en la
ciudad entre semana e intentar viajar los fines de semana o feriados hacia zonas rurales para visitar a amigos o familiares?
¿Puede la vida en el campo ayudar a desconectarse de la rutina y conectarse con la naturaleza a modo de buscar el propio yo? Son algunas de las interrogantes que cada lector podría contestar a la hora de analizar esta situación.