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lunes, 21 de noviembre de 2016

EMILIANO-RE, LA CULTURA PARAGUAYA ENTRE EL BILINGÜISMO Y LA GLOBALIZACIÓN

 LA CULTURA PARAGUAYA: BILINGÜISMO Y GLOBALIZACIÓN

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Pocos fueron capaces de lograr lo que Emiliano R. Fernández ha conseguido de manera tan magistral: aprovechar la fusión de dos culturas tan antagónicas expresadas en dos idiomas tan distintos y trasmitir con ello el sentir de todo un pueblo en sus creaciones, es que sus canciones nos llegan con la frescura, fuerza y profundidad de las dos fuentes en que percibimos lo que nos rodea y expresamos lo más profundo de lo que sentimos. Es que somos bilingües pero no de esos regionalismos o segmentados en estratos sociales, somos los paraguayos una extraordinaria particularidad en el mundo pues de cabo a rabo somos tanto guaraní como castellano hablantes.

   Cuando llegaron los españoles a este pedazo de suelo que hoy ocupa el Paraguay, encontraron a los avá quienes eran grandes conocedores de botánica, manejaban la arcilla, y aunque no construyeron pirámides fueron los únicos capaces de obligar a sus conquistadores a aprender su lengua como base para la relación y posterior colonización. Ese encuentro fue como la unión de dos grandes cursos de agua. Generalmente un arroyo desemboca en un río y este termina arrastrando a su tributario reduciendo su incidencia a simples aportes. Pero los avá de cuyo grito de guerra “guará” los visitantes los llamaron guaraníes, tenían una cultura tan sólida encarnada en una lengua dulce, versátil y expresiva; los españoles trajeron el castellano, la fe y una visión diferente de la vida, los guaraníes tenían la tierra, la gente y un amor incondicional a su forma de ser. Era un encuentro de dos torrentes con mucha fuerza, en esa forzosa fusión donde ambas lenguas portadoras de sendas culturas no estaban dispuestas a ceder a favor de la otra, nació el teko paraguayo.

   Por eso el Paraguay ostenta el honor de poseer una herencia cultural muy rica, de matices tan variados. Todas las naciones de América se construyeron sobre las culturas nativas, de cuya relación en mayor o menor grado algo se queda. Pero la nación paraguaya no se construyó sobre o aplastando la cultura enquistada en la lengua de sus nativos habitantes, sino que se construyó con la cultura nativa y la foránea.

    El folclore es la denominación que recibe el conjunto de artesanías, bailes, chistes, costumbres, cuentos, historias orales, leyendas, música, proverbios, supersticiones y demás, común a una población concreta, incluyendo las tradiciones de dicha cultura. El folclore paraguayo hunde sus raíces y se nutre en dos culturas milenarias, que al no poder subyugarse, coexisten en un tácito acuerdo, de cuya enorme herencia cultural fue sacerdote don Rivarola Fernández. Es uno de los pocos creadores populares cuya obra deleita tanto al de habla castellana como al de guaraní, por eso es considerada folclórica y popular aun teniendo autor conocido, porque el pueblo paraguayo adoptó sus canciones como propias, pues tocan las fibras más íntimas de nuestro ser. Un Emiliano-re la tararea el niño en la escuela de una ciudad, la silba el campesino empapado en sudor labrando surcos en un paraje remoto, y la canta la joven oficinista que trabaja en el centro de la capital.

   De esta unión surgió el bilingüismo paraguayo, que engendró la particular cultura paraguaya. El Paraguay es una nación que al decir de Bartomeu Melia tiene dos culturas; porque el paraguayo piensa en guaraní y habla en castellano en la oficina, la escuela, y con desconocidos. Pero también piensa en castellano y habla en guaraní en su casa, en rueda de tereré, y con los íntimos. En reacciones prácticamente involuntarias saltamos de una lengua a otra, o tomamos prestado un vocablo de una lengua y la usamos en la otra. Los agregados como ningo, kuri, anga son tan frecuentes que casi nos resulta imposible hablar sin ellas. Estas dos culturas son las aportantes de nuestro repertorio folclórico.

   Ya en la época de la colonia, en las reducciones, se fue moldeando nuestro folclore a partir de la herencia cultural que la originó. Los Jesuitas en su intento de cristianizar a los nativos en sus reducciones concibieron traducir el catecismo al guaraní, Antonio Ruiz de Montoya lo hizo en 1640, constituyéndose en la primera publicación traducida a lengua vernácula, y en pilar fundamental que sostuvo la preservación del idioma y con ello la cultura que portaba.

   En la época independiente, el Karai Guasú la utilizaba con fluidez y sin ningún complejo, sobre todo con sus súbditos, mientras que con los extranjeros lo hacía en castellano. Hasta el Himno Nacional estaba íntegramente en ese idioma durante el gobierno del Doctor Francia, el Teta Purahei de Anastasio Rolón. Si bien los López prefirieron abrirse comercialmente al mundo y para ello adoptaron una política lingüística castellanista, con el estallido de la guerra contra la triple alianza, muy pronto el mariscal comprendió el inmenso valor del guaraní, del bilingüismo. Los paraguayos fácilmente entendían lo que los enemigos decían mientras que los aliados no podían descifrar lo que los paraguayos hablaban; la trascendencia de este hecho se desprende de dos hechos, el tratado secreto estipulaba la eliminación del idioma Guaraní, y la amplia utilización del Guaraní en los periódicos de guerra paraguayos de la época como Cavichui, Cacique Lambaré y otros.

   De esto se desprende que ambas lenguas tuvieron importantes aportes en la consolidación de la República y por tanto su cultura, sus hablantes no se sentían menos por poseer una lengua autóctona. El folclore es una manifestación de la cultura de un pueblo, por eso nuestro folclore es bilingüe porque nuestra cultura es así.

   Pero hoy vivimos tiempos de acelerados cambios donde la pauta nos marca la globalización, ese  proceso económico, tecnológico, político y cultural a escala planetaria que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización condiciona la cultura de los pueblos porque los vuelve más permeables a tendencias vanguardistas foráneas, pero a la vez es una vidriera donde exponer nuestra cultura. El folclore de un pueblo remoto, por la globalización está a un clic de distancia de todo el mundo. Las culturas se han entrelazado produciendo una cultura de pauta mundial. Como ejemplo del impacto de la globalización en la cultura de los pueblos puede citarse que términos como google, internet o Facebook, ya forman parte del léxico de la gran mayoría. Asimismo la presencia del tereré en Rusia o España prueba el empuje que puede tener un elemento folclórico con la globalización.

   Lo malo es cuando por efecto de la globalización terminamos desechando nuestra rica raíz cultural y asumimos valores y prácticas ajenas que en ocasiones hasta son nocivas. Suena muy bien una bachata o un rock alternativo, pero si eso significa desplazar a las hermosas piezas de nuestro repertorio, esa postura no es ni la correcta ni la conveniente. Claro cultura y folclore no se circunscriben a la música, pero como hemos tomado el caso de la creación de Emiliano usamos esa comparación, pero el desplazamiento de elementos folclóricos culturales por la globalización es un fenómeno que abarca todos los estamentos de nuestra vida.

   Por tanto se suele poner al tapete el debate de si debe estilizarse el folclore paraguayo para hacerlo más atractivo a las nuevas generaciones que crecieron al influjo de la globalización. Muchos creen que los estándares fijados por la globalización son infranqueables, mientras que otros opinan que el folclore paraguayo es anticuado para la época en que vivimos.

   Pero debe tenerse en cuenta que ninguna cultura o lengua es superior a otra, son simplemente diferentes formas de ver y vivir la vida; mejor sería crear espacios de difusión agradables para que los jóvenes gusten de la riqueza y dulzura de la cultura y el folclore nuestros. Obligar a alguien a aceptar un folclore porque es de sus ancestros muy poco contribuirá a su subsistencia, y estilizar, es decir arropar nuestros elementos folclóricos con modernismos de la globalización tampoco contribuirá a que las nuevas generaciones disfruten de aquello que tanto gustó a las generaciones pasadas.

   El folclore paraguayo, como las piezas del inmortal Emiliano R. Fernández, o el tereré, o el bilingüismo son la esencia de nuestro ser, de nuestra cultura  y por tanto debemos aprender a amar tal cual nos legaron aquellos que con mucho amor nos legaron esta bendita nación.


La cultura paraguaya sobrevive entre el bilingüismo y la globalización.

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